Durante generaciones, el sustento de las comunidades del sureste de Guatemala se ha basado en una gran variedad de actividades agrícolas incluyendo la producción de chile, frijol, tomate, cebolla, café y otros cultivos. Pero la vida para muchas personas en la región ha cambiado notablemente desde el comienzo de la exploración del proyecto Escobal en 2011. Grupos juveniles, iglesias, consejos municipales y pequeños agricultores, así como organizaciones indígenas como el Parlamento Xinka, han dedicado una gran parte de su energía en proteger sus tierras de la minería. Su creatividad, resiliencia y expresiones claras de autodeterminación comunitaria no han flaqueado, a pesar de afrontar represión y criminalización. En la cronología a continuación se documentan muchos de estos momentos clave.